Inédito, el desfile del triunfo

Por DiMaggio Abreu
Prensa@Licey.com
SANTO DOMINGO (Licey.com).- Multitudinario, asombroso, soberbio, monstruoso, inédito… Son calificativos a los que habría que agregar muchos otros para definir el inmenso desfile de la alegría con la que los Tigres del Licey celebraron este lunes 30 de enero el título 22 como campeón del béisbol invernal dominicano.

Un mar de gentes con atuendo y banderas azules al inefable y más socorrido grito de de la pelota criolla, “Licey campeón”, acompañado de una inmensa caravana de vehículos de una amplia variedad, encabezados por tres autobuses tipo escolar adaptados como carrosas, techadas en cana, e incontables motocicletas de todo tipo, dieron al desfile la misma dimensión que tuvo el triunfo del glorioso equipo azul en todo su significado.

Sí, la misma dimensión que cobró el haber derrotado al más connotado y enconado rival de la pelota invernal dominicana, las Águilas Cibaeñas, en el límite extremo de nueve juegos (primera vez que una final entre ellos llega al noveno), incluido el último en su propio feudo, el estadio Cibao de Santiago, que dejó en el más atroz silencio, convertido en el “valle de las muertas”. Con esta osadía, impidió que el conjunto allende La Cumbre invadiera el trono de máximo ganador de la LiDom, que posee el Licey, que sacó distancia 22 a 20.

Y esto se reflejó en el alegre, bullicioso e inigualable desfile. Alborozado, el público entonó un repetitivo coro de “que hagan la fila, que hagan la fila…”, “a diez años de distancia de un campeonato”, significativo de los 10 años que tendrán las Águilas sin ganar una corona.

En una tarde de una capital medio desierta por el día festivo por el Padre de la Patria Juan Pablo Duarte, la partida se dio a las 4:00 de la tarde desde el estadio Quisqueya Juan Marichal y en todo el trayecto, la feligresía azul vitoreó a sus héroes, encabezados por valeroso “niño” (20 años) Sergio Alcántara y Mel Rojas, Jr., los más aclamados, y cada uno de los hombres capitaneados por Emilio Bonifacio que lograron el gran triunfo, en especial los más emblemáticos, Anderson Hernández, Juan Francisco, Engel Beltré, Diory Hernández…

Al abandonar el parque, el recorrido salió por la avenida Tiradentes y giró a la Kennedy por la izquierda. Tal fue el gentío y cantidad de vehículos, que cerca de dos horas después, apenas las carrozas estaban en la intercepción con Máximo Gómez y no se pudo continuar -como se había previsto-, por la Quinto Centenario, para tomar la calle Josefa Brea (sector María Auxiliadora), Avenida del Puerto y Malecón.

Por el contrario, bajó por la Máximo Gómez a paso lento. Al llegar a la George avenida Washington (el Malecón), esperaba otra multitud proveniente de los sectores contiguos y de Santo Domingo Este.

Todos giraron al oeste y la caravana se bifurcó: una parte bordeó la Universidad Autónoma de Santo Domingo para llegar al estadio Quisqueya por la avenida Tiradentes; y la otra subió por Abraham Lincoln y arribó a la guarida del Tigre por la Euclides Morillo y la Lope de Vega, a minutos de las 9:00 de la noche.

Toño Rosario animó

Y en el parque se armó la fiesta. Con un grand stand central repleto de alegre y bullicioso público, uno de los artistas más aclamados, liceísta por demás, Toño Rosario y orquesta, hizo de las suyas. Éste encendió el fiestón, con gran show del agrado de todos, que se volvió exultante, cuando bajó al terreno y encabezó un rodeo, seguido de jugadores y coaches que hicieron varios giros, y entonando a coro lo que ya se había hecho viral en la caravana: “hagan la fila, hagan la fila, hagan la fila…”.

Hasta las 10:30 de la noche duró la tanda musical, que iniciado a las 3:00 de la tarde, con el cantante de música cristiana, pastor Marcos Yaroide, como preámbulo del al extraordinario desfile de los campeones Tigres del Licey, el que un testigo de excepción, el encargado de seguridad, coronel Martín Valdez, aseguró que “cuadruplicó” en asistentes y caravana, el más multitudinario que recuerde, el inmenso de 1999.

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