DECESOS DE PELOTEROS DE GRANDES LIGAS DE LOS AÑOS 70 DEJAN UN GRAN VACÍO

AP/Espndeportes.com

A Clint Hurdle se le quiebra un poco la voz cuando mira la lista de los fallecidos en tiempos recientes, ídolos de su niñez con muchos de los cuales llegó a jugar y entabló entrañables amistades.

Pronto se enfoca en los años 70 este hombre que pasó toda su vida de adulto en el béisbol, como pelotero y mánager. Bob Watson, a quien conoció por primera vez como batboy de los Astros de Cocoa, de la Clase A. Claudell Washington: «Nos reíamos todo el tiempo». Bob Gibson, muy agradable fuera del terreno de juego, tremendo en el parque. El gesto único de Joe Morgan con el codo al batear: «Lo veía de niño. Trataba de repetir su movimiento al batear, como el aleteo de una gallina».

Todos son parte de una lista inusitadamente larga: La de grandes peloteros de los años 70 que fallecieron en el 2020.

Los decesos adquieren una dimensión especial al producirse en medio de una pandemia, con todo el dolor que inflige, que hizo que la temporada fuese más corta y sin público en las tribunas.

Watson. Washington. Gibson. Morgan. Al Kaline. Lou Brock. Don Sutton. Hank Aaron. Dick Allen. Jay Johnstone. Phil Niekro. Tom Seaver. Biff Pocoroba. Lindy McDaniel. Billy Conigliaro. Tommy Lasorda. Y hace tres semanas, por complicaciones asociadas con el COVID-19, Grant Jackson, que ganó el último juego de la década al ser el triunfador de la Serie Mundial conquistada por los Pittsburgh Pirates en 1979.

Sus nombres estaban grabados en las tarjetas Topps. Brotaban de coloridas radios de plástico. Sobresalían en las páginas de Baseball Digest y en los diarios locales. Son parte de una historia que empieza a diluirse en la memoria.

«Me gusta decir que durante mi infancia viví la mejor era del béisbol», comentó Gary Matthews, quien jugó en las Ligas Mayores de 1972 a 1987. Acababa de asistir en Atlanta al funeral de su amigo Henry Aaron, una de las pérdidas más grandes sufridas por el béisbol el año pasado.

Pete Rose, uno de los grandes peloteros de la época, está de acuerdo: «Enfrenté a 19 pítchers del Salón de la Fama en las décadas de 1970 y 1980», expresó. «No sé si los muchachos de hoy enfrentan a 19 pitchers del Salón de la Fama».

El béisbol se «liberó» en los años 70 y se dejó crecer el cabello. Aparecieron uniformes brillantes, bolas anaranjadas, lo mismo que los guantes de los cátchers, y terrenos sintéticos.

Fue una era de grandes cambios, que vio surgir el bateador designado. Se impuso el concepto de agencia libre y el sindicato de peloteros tomó fuerza, preparando el terreno para los sueldos astronómicos de la actualidad. Aumentó la cantidad de peloteros afroestadounidenses, que tomaron el centro del escenario, aunque persistían algunos focos de resistencia.

Todavía se jugaba un béisbol en escala humana, probablemente por última vez.

«Si un chico de 15 años ve un partido de los años 70 se sorprenderá mucho», dijo Cait Murphy, autor de «Crazy ’08: How a Cast of Cranks, Rogues, Boneheads, and Magnates Created the Greatest Year in Baseball History» (El loco 08: Cómo un grupo de cascarrabias, granujas, cabezas huecas y magnates produjeron el mejor año en la historia del béisbol).

Los peloteros se hicieron más accesibles. Muchos no vivían del béisbol y redondeaban sus ingresos trabajando en supermercados o vendiendo seguros.

«Los jóvenes de hoy se maravillan cuando ven a los peloteros de los años 70. Parecen ser el profesor de matemáticas o el mecánico de la esquina», dijo Dan Epstein, autor de «Big Hair and Plastic Grass: A Funky Ride Through Baseball and America in the Swinging ’70s» (Cabello largo y césped de plástico: Un vistazo divertido al béisbol y los Estados Unidos de los libertinos años 70).

Pero hay una contradicción aquí. Al mismo tiempo que los peloteros se sentían más accesibles, también se sentían más inalcanzables. No se podían ver todos los partidos por televisión. Los peloteros no tenían mucho contacto con los aficionados en una época sin Twitter ni redes sociales. Los años 70 fueron probablemente la última década en la que la ilusión generada por el deporte no fue cuestionada.

«Es cierto que ahora puedes enviarles un tuit directamente a los peloteros, pero todo se da en un contexto diferente. No tiene la intimidad de una transmisión de baja calidad. Esa es la clave. Fue así que nos acercamos al deporte», expresó Josh Wilker, cuyo libro «Cardboard Boxes» analiza las vidas de los peloteros de los 70 y su propia infancia a través del prisma de las tarjetas de béisbol.

Los ecos de esa hermosa era del béisbol disminuyen cada vez que nos deja un gran brazo, un bate formidable, una personalidad distinta.

«Es como si perdiese todas mis tarjetas de béisbol de nuevo», dijo Hurdle, quien debutó en las Ligas Mayores en 1977.

«Fui uno de esos chicos que coleccionaban tarjetas. Y las perdí todas», recordó. «Tuve la suerte de vivir, querer, jugar en contra y conocer a esta gente, de comer con ellos, conversar con ellos o recibir un pelotazo de ellos. De hacer realidad mis sueños. Y ahora se los llevan todos de nuevo». Foto: Tommy Lasorda).

Déjanos tu comentario