Un recuento de llanto y alegría 15 años después

Serie Final 1999

SANTO DOMINGO.-Las heridas no han cerrado 15 años después. Probablemente nunca cicatricen. En el otro lado de la moneda, el gozo sigue a flor de piel. La última final entre Tigres y Leones merece el calificativo de épica.“Había gente llorando como niños en el camerino de nosotros.

Eso nunca se me olvida. Es imposible que se vaya ese recuerdo”, comenta Fernando Tatis, uno de los pocos activos que quedan de esa serie.

“Vi como se nos fue el campeonato de las manos. Nadie se imagina lo que pasé para poder ganar un anillo con este equipo, lo tanto que duró”, dice el pelotero rojo de mayor antigüedad en el servicio.

Licey empató la serie en el octavo juego, cuando D’Ángelo Jiménez fue vital con un cuadrangular, y llegó perdiendo 7-6 al noveno episodio del noveno encuentro, celebrado un 29 de enero de 1999, para enfrentarse a un inmaculado Anthony Chávez.

El derecho Chávez era la versión de “apaga y vámonos” de ese entonces, un cheque al portador en relevo de cierre. Era un salvado automático.

La crónica de elCaribe de la fecha, bajo la rúbrica de Juan Rodríguez, recuenta que Jiménez, actuando como emergente por Jorge Brito, comenzó el ataque de los azules en el noveno con sencillo al bosque izquierdo y llegó a segunda por sacrificio de Daniel Ramírez.

Luis Castillo y Ronnie Belliard dieron imparables por el cuadro (la defensa roja tuvo sus fallos) y luego Manny Martínez, hoy coach de los Tigres, pegó sencillo al bosque central.

El refuerzo Brian Daubach remolcó otra vuelta con elevado de sacrificio y Jorge Álvarez dio un sencillo por el cuadro.

Ese gran regreso de los Tigres les dio una corona que en un momento parecía distante. Su piloto era Dave Jauss.

“Eso fue devastador”, dice Francisco Morales, el actual coach de bateo del Licey, quien fue el receptor del Escogido en esa dura entrada.

“No había forma de consolar a Chávez. Mira como se me eriza la piel de recordarlo”, dice mostrando sus brazos marcados por la emoción de recordar ese episodio. “Estar tan cerca para perderlo todo”, agrega Morales entre risas.

“Si me toca de nuevo muero con mi mejor hombre. Le doy la bola a Chávez sin pensarlo. Un hombre que lance así hay que darle la pelota en el mejor momento”, dice Tatis.

“Nosotros dijimos si se embasa uno hay problemas, porque Chávez no estaba acostumbrado a trabajar con presión. Y así fue”, dice Manny Martínez.
El Escogido tenía un trabuco: David Ortiz, Juan Encarnación, José Guillén, Neifi Pérez, Freddy García y Ángel Peña, entre otros, que estaban en el club, que dirigió Dave Miley.

“Me siento afortunado de 15 años después poder hablar de eso. Qué campeonato ganamos”, dice D’Ángelo. Rojos y azules tienen la oportunidad de reeditar otro gran momento.

Relato de Mario Melvin Soto de la final de 98-99

Rafael Landestoy era el gerente de los Tigres y su compadre Mario Soto el de los Leones. “No quedé ni con deseos de hablar por un buen rato”, dice Soto. “Eso de recordarlo es molestoso”.

“Ese fue el llamado equipito. Perdimos el campeonato anterior de las Águilas, pero sabíamos que iban a competir.

Recuerdo que don Miguel Hedded (presidente del Licey entonces, ya fallecido y a quien le dedican el actual torneo) siempre creyó en esos muchachos. Me siento orgulloso de ese conjunto”, dice Landestoy, que le ganó la batalla a su compadre del alma.

Por Yancen Pujols
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