“Miren, ese era mi papá”

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SANTO DOMINGO.-Miren…ése era mi papá”, le dijo sobrecogido Gilberto Rondón, coach de bullpen de los Indios de Mayagüez, a varios amigos cuando ingresó ayer al club house de los Tigres del Licey y observó a Diómedes –Guayubín—Olivo entre muchos cuadros hechos con periódicos viejos que adornan las paredes.
 
La gráfica lo recoge sentado en el dogout azul sentado al lado de su hermano Federico –Chichí—Olivo y de otros peloteros del Licey. “Rápidamente, procuré a algunos de los compañeros para enseñarles la foto. Llamé a Stephen Morales (coach de primera), a Rafy Chávez (coach de pitcheo) y a Víctor Torres”, manifiesta Rondón, de 58 años.
 
Antes de regresar a Puerto Rico, piensa tomar varias instantáneas a esa pared y con igual intención hará lo posible por visitar las oficinas del Licey, donde en una ocasión vio que hay varios escritos que recogen marcas y estadísticas de pitcheo que Guayubín fijó y/o encabeza.
 
“Yo sé donde estoy”, resalta en el camerino azul Rondón, el mayor de los cuatro hijos de uno de los más grandes lanzadores dominicanos de todos los tiempos, previo al encuentro que los Indios protagonizaron ayer contra los Yaquis de Obregón.
 
“Una vez entré y vi que la mayoría de los records de pitcheo tienen el nombre de él arriba”, apunta con evidente satisfacción.
 
“Sé donde estoy metido”. Fue exaltado al Salón de la Fama en 1973, cuatro años después de fallecer, Rondón, igual que sus tíos Federico y Milcíades Olivo, fue lanzador profesional. A nivel de Grandes Ligas, Rondón tuvo una participación esporádica con los Astros de Houston en 1976 y con los Medias Blancas de Chicago en el ’79.
 
En República Dominicana no tuvo igual suerte que en la Isla del Encanto, pues trató de jugar como nativo, a lo cual tenía derecho porque ostenta la doble nacionalidad, pero no se pudo. Su única experiencia la tuvo en la desaparecida Liga de Verano del Cibao, pero como importado.
 
Testigo 
LO VIO UNA SOLA VEZ. FUE LA PEOR SALIDA DE GUAYUBÍN
En las postrimerías de su carrera, Guayubìn tuvo la peor salida delante de Gilberto, quien contaba con ocho años cuando su madre lo llevó al estadio Sixto Escobar. Lanzaba como refuerzo de los Senadores «Solo hizo tres pitcheos. Al primero le dieron jonrón, al segundo triple y con el tercero una línea que le partió dos dedos». Cuando estaba en la ambulancia para ser llevado al hospital «me dijo que ese fue el primer golpe que le daban por su hijo».

Por Freddy Tapia
Listin Diario

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