La Guerra en el Quisqueya

Santo Domingo, R.D. Jueves 2 de Febrero.
Después de un viaje que nos llevó a volar sobre territorio veracruzano, chiapaneco, guatemalteco, costarricense y panameño es que estoy escribiendo estas primeras líneas.

Me encuentro en un país desconocido para mi vista, pero conocido para mis sentidos; un territorio donde se habla, come y respira beisbol; sus calles transmiten que el evento más importante de nuestra región ha llegado.

Santo Domingo 2012, es una realidad. Los hoteles están a su máxima capacidad; en los bares y cafés ya se habla de los «caballos» de  Indios, Leones, Tigres y Yaquis; en las calles huele a maní, brea y tabaco, Mayagüez, Escogido, Aragua y Obregón tienen listas sus armas;  señoras y señores está próximo el play ball, ajústense sus cinturones que esto temblará.
 
Hoy inicia «La pequeña serie mundial latinoamericana», este año el certamen caribeño tiene un sabor diferente para nuestros aguerridos guerreros, los Yaquis de México.

Esta vez los aztecas son el equipo a vencer, ya el mundo se ha enterado de la entrega y trascendencia de la tribu, cada una de las novenas participantes ha estudiado la forma en que maneja Eddie Díaz, han disectado jugador por jugador, pitcher por pitcher; si la ves pasada fue complicado salir avantes, ahora se requerirá de un compromiso mayor para alzarse con la corona.
 
La búsqueda del doble bicampeonato está en la agenda, hay que comenzar a mover las fichas de este ajedrez mental y físico, así de fácil se los digo, el equipo que se comprometa más, el que juegue un beisbol inspirado, el que no vaya en contra de su filosofía en el terreno, es el que terminaremos llamado vencedor de «La Guerra en el Quisqueya».
 
República Dominicana es un país, que trata al deporte rey como una religión, el Dios de los dominicanos se llama MLB (Major League Baseball), los apóstoles son los cientos de peloteros que han arribado al mejor beisbol del mundo.

Los mandamientos son el libro de reglas y las catedrales son los portentosos estadios que se han edificado en esta hermosa patria. Estadios en que se visualiza al beisbol como algo sagrado, glorioso e incorruptible.
 
La salida de la pobreza y de la marginación de los quisqueyanos es sin duda el beisbol, por eso vemos esa entrega en el terreno; esa entrega no es la habitual en ningún otro país, desde niños se les predica que la única forma de poner unos pesos en la mesa es el de partirse la cara jugando, que la única forma de ganar fama es entrenando y que para obtener capitales importantes se necesita perfeccionar sus habilidades para llegar al gran show.
 
Ellos, invierno tras invierno, ven a sus héroes del diamante arribar a sus ciudades y poblaciones manejando el Mercedes Benz más reciente, vistiendo las marcas de los más exclusivos diseñadores, portando el último reloj de Cartier y los gadgets más costosos.

Eso ven los niños y adolescentes de este país y eso desean tener y obtener, saben que sus héroes alguna vez fueron mortales como ellos, con carencias, hambre y sueños y la llave a ese mundo solo la da un contrato multianual en cualquiera de 30 equipos de la gran carpa.
 
El físico del atleta dominicano es uno que invita a las cinco herramientas, esas tan asediadas por los buscadores de talento, esas que saliva cualquier gerente deportivo, el buen brazo, el bat de contacto, el poder, la velocidad y el mágico guante, es por eso que todos ellos andan tras el próximo Vladimir Guerrero, el siguiente Sammy Sosa y por supuesto el renacer de otro Alberto Pujols.
 
Contra eso vamos esta noche, contra la calidad en el terreno de los Leones del Escogido, contra la historia de esta franquicia, contra el hambre de todos los dominicanos en las gradas. Sabemos de la capacidad de Yaquis, sabemos que saben jugar; a estas instancias, ya el año pasado lo demostraron, ahora solo hay que reforzarlo. Así como Obregón está cambiando la historia en el Pacífico, necesitamos que México cambie la historia en el Caribe y se alze con la Corona. Como lo dijo Eddie Díaz: «Hay que resistirnos a perder».
 
 
Por hoy se acabó, nos vemos en el Estadio Quisqueya. 
Twitter @deprimeraahome

Por Jaime Ariel Álvarez

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