“Es algo muy grande”, los 500 hits, dice Anderson Hernández
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Por DiMaggio Abreu P
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SANTO DOMINGO (Licey.com).- “Nunca pensé que iba a lograr todo esto”, decía Anderson Hernández en cada entrevista con motivo del arribo el sábado 27 de octubre a su imparable número 500 en la pelota invernal dominicana, mientras reivindicada su condición de “liceísta de siempre”.
“Muy satisfactorio, es algo muy grande, no pensaba que iba a llegar aquí, y gracias a Dios…”, repetía “El Menor”, en ocasiones sin poder extender sus frases, ‘traicionado’ por la emoción que le anudaba la garganta y sus ojos se inundaban de lágrimas, por su histórica conquista.
Su emoción reflejaba una doble sensación: la satisfacción por convertirse en el jugador número 20 en lograr los 500 hits, siempre bajo el amparo del apoyo familiar, pero de impotencia por la situación en que se encontraba el equipo al que tantas glorias ha dado en sus 16 años en el béisbol invernal, que esa tarde ponía su marca en 2-10 al caer 2-3 carreras ante el Escogido, en soleada tarde del Estadio Quisqueya.
“Pude hacer eso de los 500 hits, algo personal, pero yo quería ganar y no se pudo”, señaló sobre el momento adverso que vivía el conjunto azul, cuando ese sábado disparó dos dobles (80 y 81 de su carrera), que fueron sus hits 500 y 501, que desde el 13 de octubre cuando fletó el 499, esperaba el país beisbolero, en especial su familia, encabezada por su madre, Doña Inés, que desde entonces asistió al estadio con una camiseta blanca con un “500” en su pecho.
“Siempre vienen, siempre me están apoyando y me siento muy orgulloso de ellos y yo mismo, que siempre he sido liceísta”, expresó Anderson sobre su familia.
“Cuando el Licey me seleccionó en el draft (de 2002), todos estábamos contentos, mi papá era único aguilucho, y mi mamá estafa fuera, casi llorando”, rememora para reivindicar una vez más la condición de liceísta de su familia, que ha crecido con su esposa Desiré de Hernández y sus hijos Anderley Marie, Anderson Andrés y Andy.
Homenaje del Licey
En un mejor momento para el Licey, noche del martes 30 de octubre, bajo los reflectores del Quisqueya Juan Marichal, en la quinta entrada y con pizarrón a favor 7-0 ante las archirrivales Águilas, Anderson recibió el homenaje de su equipo por la proeza alcanzada.
El ingeniero Jaime Alcina, presidente del Club Atlético Licey, acompañado del ex incumbente Miguel Guerra, del vice Tancredo Aybar Torres, del tesorero Federico González, de Operaciones de Béisbol Fernando José Ravelo, y como testigo jerárquico del campeonato 2018-2019, el presidente de la Liga de Béisbol Profesional de RD, Vitelio Mejía, entregó una placa conmemorativa a Hernández por su logro, así como la pelota a la que conectó el memorable imparable 500.
Y con Anderson, sus seres cercanos, encabezados por Doña Inés, sus hermanos, esposa e hijos, sobrinos. Todos ataviados con camiseta blanca con el “500” muy visible, y abajo su nombre y apellido, como muestra del orgullo que los embarga por el insigne miembro de la enseña azul.
“Lo voy a resumir: yo lo hice liceísta”, sentenció Doña Inés ante los periodistas, cuando de ella quisieron saber su sensación por el logro de su hijo. El mismo que en 2004-05 irrumpió como torpedero del Licey, quien por muchos años fuera su segunda base titular, que junto a Erick Aybar pasó a formar la prodigiosa pareja de “Los Menores”, y cuando se les unió Emilio Bonifacio, pasaron a denominarlos como “Los tres temores”.