De la pobreza de un jornalero a lanzador de Grandes Ligas

Por DiMaggio Abreu Peralta
Prensa@licey.com
SANTO DOMINGO (Licey.com),-Diego Castillo se puso muy nervioso y se sentía como en el aire cuando su manager de triple A le llamó a principios de junio para informarle del llamado a Grandes Ligas por los Tampa Bay Rays.
“En ese instante me cogieron los nervios, nada (el habla), nada me salía; con el manager hablaba y él sabía que estaba como nervioso, porque no me encontraba en ese mismo instante”, refiere el lanzador derecho de cuando el piloto (Jared Sandberg), tras felicitarle vía telefónica, le indicó que su viaje era temprano en la mañana.
Un nerviosismo más que justificado, en un tipo que de muchacho sembró arroz, ‘echó’ días (jornalero), trabajó construcción o hizo cualquier cosa para ganarse 100 o 200 pesos y que empujado por las precariedades de su familia, fue a los 18 años cuando decidió ‘ponerse’ en béisbol para buscar firma, lo cual consiguió cumplidos 20 y daba el salto a los 24.
Le impiden lanzar con Licey
“Ese fue un momento que yo no me lo creía, cuando me dieron la noticia de que iba a Grandes Ligas. Eso va a ser algo inolvidable”, le dijo Castillo en Nagua a Juan Carlos Hidalgo para Licey radio, periodista al que le contó su imposibilidad de lanzar para los Tigres en la pelota invernal en este 2018-19.
“Bueno, eso está difícil. Yo hice todo lo posible y desde que terminó la temporada (de Grandes Ligas) me dijeron que yo no iba a lanzar aquí, que me olvidara de eso”, replicó el lanzador de hasta 100 millas por hora a la pregunta de si va al laborar con el Licey.
Afirma que a su arribo al país hace un par de semanas, habló de nuevo con la gerencia de los Rays “y me dijeron que no, que no quieren que yo lance, porque tienen algo preparado para mí el año que viene”.
Nacido en Samaná, pero llevado de pequeño la comunidad “Los Solares de Payita”, municipio de Cabrera, provincia María Trinidad Sánchez (Nagua). Tras los nervios por la impresión de ser llamado a Grandes Ligas, en lo primero que pensó fue en sus gentes, para darles cuenta de la buena nueva.
Era lo lógico. En “Los Solares de Payita” persisten los motivos que le impulsaron a pensar en hacerse profesional del béisbol como fórmula casi única para salir y sacar a su familia de las precariedades.
Lo decidió cuando ya tenía 18 años, algo tardío para los estándares que Major League Baseball impone a los muchachos de República Dominicana de firmar a los 16 (en julio 2), para lo cual tienen que comenzar a prepararse desde los 12 o 13 años, a costa hasta de dejar la escuela y con un bajo porcentaje de posibilidad de alcanzar la gran meta en Estados Unidos.
“La situación que yo tenía en mi casa, la situación por la que estábamos pasando en mi familia”  fue lo que motivó al diestro de 6’3” y 240 libras a pensar en hacerse beisbolista.
Refiere que como plegaria a Dios preguntaba, qué estaba pasando con su familia, que a pesar de ser humilde (en el sentido de buenas gentes), estaba en una situación de sufrimiento, que les faltaban muchas cosas, “aunque quizás no estábamos pasando hambre, siempre nos hacía falta cualquier cosa”.
Señala que en ese tiempo hacía todo tipo de trabajo. “Jugaba mi béisbol, iba los sábados al play, pero siempre trabajaba con mis hermanos o algunos vecinos que me decían, vamos a hacer esto para ganarme 100 o 150 o 200 pesos”.
Así, asegura que “sembraba arroz, trabajé ‘echando’ días (una jornada de trabajo agrícola), en construcción, todo lo que se llamara trabajo yo lo hacía”.
Ya subido a las Grandes Ligas, asegura que en el sector donde se crió, en “Los Solares de Payita”, sus amigos y vecinos lo ven y lo tratan bien, que “hacen coro” cuando los visita, porque ahora reside en Nagua.
Cuestionado sobre qué hace para lograr hacer envíos hasta de 100 millas hora indica: trabajar fuerte a diario, trabajar y nunca parar”.
Y con el aval que le brinda su propia experiencia, aconseja a quienes como él anhelan el sueño de las Grandes Ligas, pero que están en edad como la que él tenía cuando decidió echar a andar: “Les puedo decir, que si quieren ser firmados algún día, lo único que tienen que hacer es dar el cien por ciento y nunca rendirse, siempre trabajar fuerte, tener una meta y decir que sí, que lo pueden lograr y tener fe en Dios”.
Con la imposibilidad de jugar con los Tigres, por la negativa que refirió de su organización en GL, quiso dejar un mensaje a los seguidores del Glorioso conjunto azul.
“A los fanáticos del Licey, saben que tenemos buen equipo, yo quería dar el cien por ciento de mi en el juego, pero no es decisión mía, es decisión del equipo (Tampa Bay)”.

 

 

 

 

 

 

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